miércoles, 23 de enero de 2013

A ratitos

Casi sin darte cuenta, se van sucediendo los escándalos, las corruptelas y ves que aquel país que intentaste ayudar a construir se ha convertido en un pudridero similar al que viviste en tus primeros años. Han cambiado cosas, no te cabe la menor duda, pero ya no es fácil mirar a los ojos de la gente y cuando lo haces lo que ves no suele resultar agradable.
Y lo peor es que se trasluce desesperanza, renuncia a la lucha y apatía. Hemos abandonado la política y la hemos dejado en manos de grupos que han hecho de ella no un instrumento de comunicación, diálogo y mejora, sino una rígida barrera para proteger los privilegios de quienes, desde posiciones de poder han confundido el principio básico de la democracia.
Puede que estemos en un punto de inflexión y que esas actitudes lleven camino de convertirse en algo que no simplemente nos repugne y nos indigne sino que nos convierta en ciudadanos críticos y participativos. La democracia no es simplemente acudir o no a depositar tu voto en cada elección, es algo más, es participar activamente en la solución de los conflictos y los problemas que se generan en tu comunidad, no es simplemente compartir sino, es compartir destino

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